Jugar no es solo cosa de niños
¡Juguemos! He escuchado durante toda mi vida la frase “los niños tienen que jugar”. Y es cierto. El juego constituye una parte muy importante en el desarrollo de los más pequeños. Pero, ¿hasta cuándo? ¿A qué edad habría que eliminar el juego de la ecuación? Mi respuesta es contundente: nunca. Deberíamos seguir jugando toda la vida. Y es que jugar puede ayudarnos a mejorar aspectos de nuestra vida privada, y al mismo tiempo, va a beneficiar nuestro trabajo.
Juega en tu vida privada
Convertirse en adulto significa, sobre todo, tomar decisiones y asumir responsabilidades. Pero eso no quiere decir que debamos convertirnos en seres grises y aburridos. Un alto cargo no pierde el respeto de sus subordinados porque al llegar a casa disfrute jugando con sus hijos. Ni un científico ve devaluado su prestigio si en sus ratos libres es feliz echando unas partidas al mus con tres amigos.
Y es que para poder darlo todo en el curro, es preciso primero un buen descanso, pero también es clave saber desconectar. ¿Cómo podemos conseguirlo? Ay… existe una opción fantástica que es viajar. Pero no podemos costearnos una escapada cada fin de semana. Así que lo normal, es que nuestro ocio se reduzca a salir a tomar o picar algo, ir al cine o disfrutar de un concierto.
Planes muy apetecibles, pero todos ellos implican, en mayor o menor medida, un desembolso económico. Así que, de vez en cuando toca optar por una alternativa más austera y quedarse en casa viendo Netflix.
O… yo te propongo otra. Si te apetece socializar, puedes invitar a unos cuantos amigos a tu salón y elegir un juego de mesa. Las risas están aseguradas. Podréis estrechar vínculos. Y aunque ganar sea lo de menos, el que lo consiga se irá a la cama con un “subidón” considerable.
Estos son algunos de mis juegos favoritos:
Juega en el trabajo
Si juegas en tu tiempo libre serás un adulto más feliz, y con toda probabilidad, un mejor trabajador. ¿Por qué? Pues porque, aunque el azar pueda tener un papel importante, los lances del juego nos obligan a trazar una estrategia, utilizamos y entrenamos nuestra memoria y dejamos volar la imaginación.
Un adulto que juega dispone de más recursos para enfrentarse y resolver con ingenio todo tipo de problemas y desafíos. Como dijo Ursula K. Le Guin, “un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”. Así que lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es rescatar al pequeño soñador que fuimos y que aún llevamos dentro, y potenciarlo. Porque la creatividad es la base de la innovación y esta, a su vez, es la clave del éxito empresarial.
Algunas compañías ya se han dado cuenta de que, en efecto, el grado de bienestar y de creatividad de sus empleados repercute positivamente en la productividad y en los beneficios del negocio. Es más, conscientes del potencial del juego en los adultos, muchas de ellas ya lo han incorporado a sus dinámicas de grupo para favorecer el Team Building.
Una buena forma de mejorar el ambiente laboral y fomentar el trabajo en equipo es acudir a un Escape Room. Yo ya he ido a varios y la dinámica es muy similar en todos: un grupo reducido de jugadores se encierran en una habitación y deben sumar sus fuerzas (o más bien su intelecto) para salir de ella resolviendo enigmas. Además, disponen de un tiempo determinado para conseguirlo (normalmente 60 minutos).
Juega y sé feliz
Todo son ventajas. Jugar puede ayudarte a conocer mejor a tus amigos, a tus compañeros de trabajo o incluso a ti mismo. Favorece la risa y está comprobado que la carcajada alarga la existencia. Quedamos en que te convierte en un trabajador más resolutivo. Puede que hasta más ambicioso. Y, hemos visto que también fortalece y ejercita la memoria.
Juguemos por los múltiples beneficios que aporta, pero también simplemente por diversión. Siempre se dice que la felicidad está en los pequeños detalles y es verdad. Lo que hoy parece una simple partida de Catan con tu familia o amigos, mañana puede convertirse en un gran recuerdo. Así que reúnete, juega y colecciona buenos momentos con los tuyos.
Permíteme un consejo antes de terminar: juega y diviértete, pero no apuestes dinero. Nunca sale nada bueno de eso y, en cambio, sí puede acarrearte problemas.
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