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5 maneras efectivas de deshacerse del estrés

Tan usada como temida, estrés es la palabra del siglo. De hecho, ha desbancado al “coco” y ahora lo que más temen los niños es crecer y estresarse. Cada vez más estudios aseguran que causa diversas enfermedades como la diabetes, trastornos como el insomnio…, dicen que hasta engorda. De hecho, mejor ni acercarse a esos artículos porque la sensación de ahogo aumenta solo con leerlos.

Pero, ¿cómo deshacernos del estrés? ¡Hay tantos factores que lo provocan! Para empezar, dejaremos claro que se trata de una respuesta natural de nuestro cuerpo ante un desafío y, por lo tanto, puede servirnos de ayuda en multitud de ocasiones a lo largo de nuestra vida. Lo que no se puede es vivir permanentemente en estado de alerta. Es ahí cuando empezamos a hablar del estrés como un problema. Si llegamos a este punto, lo mejor será ponernos en manos de un profesional para que nos guíe correctamente. 

¿Y qué podemos hacer con el “pequeño” nivel de estrés que soportamos a diario? Porque, reconozcámoslo: vivimos estresados. Unos porque no llegan a fin de mes. Otros porque tienen demasiado trabajo. Hay quien ansía encontrar pareja y quien desea terminar con la suya. Personas que conviven con una enfermedad o que han perdido a alguien recientemente. Las fuentes de estrés son inagotables.

Y si vives en una gran ciudad, la cosa se complica. Hay ruido a todas las horas del día y de la noche. Si conduces, tienes que lidiar con el tráfico y los atascos, Y, si coges el metro, con grandes aglomeraciones de gente. El ritmo de vida es frenético y, aunque no quieras, termina atrapándote. 

  Necesitamos una vía de escape para mantener el estrés a raya. Yo te propongo cinco. Espero que te gusten y te ayuden tanto como a mí. 

Escucha música 

Ya lo dice la sabiduría popular: “la música amansa a las fieras”. Y el estrés es una bestia parda de libro que se rinde al primer compás. Si estás realmente agobiado, puede que no te seduzca la idea de un concierto: hacer cola para entrar, esperar (y desesperar) hasta que dé comienzo el espectáculo, demasiada gente… pero son contratiempos que caen en el olvido en cuanto tu artista favorito aparece sobre el escenario.

Escuchar música en directo siempre es un buen plan, pero no el único. Puedes aprender a tocar un instrumento como la guitarra, el piano, o el ukelele, por ejemplo, y conseguir ese ansiado estado de relajación mientras ensayas esa canción que tanto te llena.

Y, si no te apetece concentrarte ni esforzarte tanto, elige un vinilo o una lista de reproducción acorde al estado de ánimo que quieres alcanzar. Échate en el sofá y deja que surjan las emociones. Estoy segura de que sentirás escalofríos y hasta puede que asome alguna que otra lágrima. Es el poder de la música. 

Ríe a carcajadas 

No hay nada más beneficioso que la risa. No sé si es cierto eso que dicen de que alarga la vida, pero desde luego, consigue destensar todos los músculos que agarrota el estrés. Puedes comprobarlo cada mañana: lee un par de chistes mientras desayunas y empieza el día con una sonrisa.  

También puedes ir al teatro y disfrutar por fin de esa comedia que te recomendaron en el trabajo. O compra una entrada para ese monólogo que tiene tan buena pinta. La risa, como todo lo demás, no es bueno forzarla, pero si la buscamos, aparece rápidamente. 

Y sabes que siempre la encontrarás junto a tus amigos. Así que, llama ya y queda con ellos, que hace tiempo que no os veis. Y así, entre caña y caña, el mundo os parecerá un poquito mejor y las carcajadas brotarán, seguro. 

Regálate un masaje

Una vez al año, si tienes la posibilidad, disfruta de un balneario o un spa. Lo óptimo sería escaparse todo un fin de semana, aunque la hora y media o dos horas que suele durar el circuito, resultan verdaderamente efectivas contra el estrés. Después de pasar un buen rato a remojo entre chorros y burbujas el cuerpo se rinde. 

Otra buena alternativa es recurrir a la fisioterapia para deshacer los nudos que la tensión va creando en los músculosO pedirle a tu pareja que te dé un masaje mientras veis la televisión, cualquier noche en el sofá, antes de dormir. Después te toca devolvérselo, claro. Eso, además de relajaros, hará que conectéis aún más. 

 Y si quieres disfrutar de un momento de relax a solas, hazte con una esterilla de acupresión tipo «Pranamat Eco» que, aunque al principio pincha, tu cuello y espalda acabarán pidiéndote más. La sensación de bienestar tras usarla apenas veinte minutos es sorprendente. De verdad que engancha.

¡Corre!

Otra alternativa para dejar atrás el estrés, es salir a correr. Él no te seguirá, te lo aseguro. Cuando lleves 3 minutos de carrera tu mente ya estará en blanco… O preguntándose qué haces corriendo con lo bien que podrías estar haciendo un maratón, pero de series. 

Lucha contra tu mente. La batalla será titánica, pero si sigues adelante y terminas el entrenamiento (fíjate una meta alcanzable, por Dios), te sentirás feliz, orgulloso de ti mismo y prácticamente invencible. Y podrás aplicar ese esfuerzo y esa tenacidad en otras esferas de tu vida. 

El ejercicio físico puede cambiar tu cuerpo de forma lenta, pero los resultados a nivel mental se aprecian desde el minuto uno. Échale un vistazo a este artículo, que creo que estoy a punto de convencerte para que te vistas de corto. Y, si ya lo has probado, pero no acaba de gustarte correr, prueba con otro deporte, lo importante es sudar la camiseta y olvidar, por un momento, los problemas

Pelea

Si todo lo demás falla, líate a puñetazos. No agredas a nadie, ojo. Estoy hablando de boxear. O, mejor dicho, de Fitboxing. Una disciplina que combina movimientos de boxeo y Kick boxing sin contacto, es decir, no hay combates. El destinatario de todos tus golpes es un saco, pero tú nunca recibes ninguno.  

Además, entre un asalto y el siguiente, el «descanso» incluye ejercicios funcionales de alta intensidad. Vamos, una descarga de adrenalina constante que dura cuarenta y siete minutos. Un entrenamiento tan exigente como adictivo.  

¿Qué me dices? ¿Te apetece probarlo y zurrarles a tus preocupaciones? Créeme que te parecerán mucho más pequeñas al terminar la clase.

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